Es cierto que durante muchas generaciones y culturas diferentes, la envidia se ha tenido en cuenta como un sentimiento mal visto. Esto se debe por lo general a sistemas de creencias con un trasfondo de desmerecimiento por una parte y por otras a un yo no puedo, no soy capaz, no me lo merezco. Y sobre todo falta de información, formación y desconocimiento del autoconcepto de sí mismo.
Existe una personita en mi vida a la que amo con todo mi ser que, con tan solo 10 años le pude explicar en que consistía este proceso y lo entendió perfectamente.
En estas edades los niños suelen traer muchas quejas, de las cuales son conflictos internos que no saben como solucionar porque no han conectado con sus capacidades, con su verdadera necesidad, y entre muchas el pertenecer a un círculo de amistades X, o simplemente ¿el cómo? poder obtener aquello que tiene el otro.
Lo cual si no conecto con mi envidia como aliada en positivo, a edades tempranas conscientemente, se encargaran por lo general los adultos de decirnos que la envidia es un sentimiento malo que «no debo sentir porque me hará una mala persona» de esta forma me estaré negando una emoción social por la cual todos hemos pasado alguna vez en nuestras vidas, siendo consciente de ello o no. Y no sabré utilizarla a mi favor.
«Cuando hablamos de envidia hacemos referencia a un sentimiento de dolor y frustración debido a la no tenencia de un bien, característica, relación o suceso deseado que desearíamos tener y otra persona sí posee, viéndose esta situación como injusta.
Primero: Tiene que haber alguien ajeno al propio individuo que posea un bien, característica o logro concreto.
Tercero: La condición es que aparezca una sensación de disconformidad, frustración o dolor ante la comparación entre los dos sujetos».
Además debemos tener en cuenta algo que muchos pasamos por alto, y es que muchas veces confundimos Envidia con Admiración.
¿A qué se debe esto?.