… demasiados profesionales piensan que son maravillosos con las personas porque hablan bien. No se dan cuenta de que ser maravillosos con las personas significa escuchar bien.”
La escucha
Aprender y desarrollar la escucha profesional es una de las herramientas básicas en el coaching y, aunque su uso puede variar en función de las situaciones y del objetivo, es siempre un factor clave, no sólo para el avance de nuestra tarea, sino también para la propia evolución personal, ya que saber escuchar es también saber escucharse. Es evidente, que un trabajo personal insuficiente, puede ser una de las causas de “sordera profesional” que limite la capacidad de un coach.
Se han analizado cuatro tipos de escucha, que podríamos denominar profesional y el coach debe tener la capacidad de pasar de un tipo a otro, en función de las necesidades de su cliente y del proceso que se está desarrollando entre ambos.
Los cuatro tipos de escucha son:
2- la escucha simpática
3- la escucha empática
4- la escucha flotante
1-La escucha funcional es una forma de recepción simple focalizada en el objetivo del interlocutor, es una escucha focalizada en lo efectivo. En coaching, es útil para comprender la situación de la persona y los diferentes aspectos del caso. Este tipo de escucha, centrado en el propósito, permite, mediante preguntas y reformulaciones, que las dos personas en juego se comprendan y compartan una misma visión. El profesional debe comprender, interpretar, evaluar y recibir informaciones.
2-La escucha simpática busca la calidad de la relación interpersonal. El profesional acoge y ofrece un espacio y su disponibilidad a la otra persona. Está centrada en el emisor o locutor
3-La escucha empática permite al cliente descubrir algo nuevo escuchándose decir libremente, lo que nunca antes se había dicho. El profesional acompaña preguntando, animando, ayudando a clarificar los sentimientos que se están manifestando. Esta escucha implica la aceptación incondicional de la otra persona. Ha sido analizada por C. Rogers.
4-La escucha flotante, analizada en su momento por Freud, consiste en escuchar como “resuena” en uno mismo lo que dice el otro. Permite distanciarse del discurso, escuchar los dobles sentidos, las relaciones entre palabra y emoción, las palabras clave, el tono de voz, las repeticiones, etc. Gracias a ella, el coach obtiene una visión global y puede sorprender a su cliente con una intervención que le permitirá descubrir algo nuevo.
“Al hablar revelamos quiénes somos y quien nos escucha puede no sólo escuchar lo que decimos, puede también escuchar el ser que se constituye al decir aquello que decimos. El hablar no sólo nos crea, sino también nos da a conocer, nos abre al otro, quien a través del escuchar, tiene una llave de acceso a nuestra forma de ser, a lo que llamamos el alma humana.”